viernes, 5 de abril de 2013

Atados con alambre

Cada vez que estamos ante la presencia de una catástrofe natural en alguna de las ciudades argentinas, resurge el clásico interrogante de siempre: "¿que hubiéramos hecho si el desastre hubiese ocurrido aquí?"

En algunas ciudades, por motivos lógicos, es imposible que ocurra una inundación como la de ayer en La Plata o Capital. Pero en las urbes citadas (en Capital sobre todo), ocurren cada vez con mayor frecuencia. Tal vez tener al Río de la Plata en la costa no haya sido buena idea.  Ni Don Pedro de Mendoza ni Juan de Garay fueron muy visionarios que digamos. 

Es una pena que los gobernantes utilicen políticamente este tipo de contingencias para ganar algún que otro rédito electoralista. Los kirchneristas le pegan duro a los macristas o al Gobernador de Buenos Aires, y a su vez estos le contestan al oficialismo nacional. Pero ninguno, salvo esta pintoresca pero loable excepción se puso las botas para salir a dar el ejemplo.

MEJOR PREVENIR QUE CURAR

Seamos sinceros: desde hace muchos años, en Argentina preferimos curar que prevenir. Somos muy malos para lo primero, pero tenemos voluntad y solidaridad para lo segundo. Sin embargo, estamos muy poco preparados para afrontar un desastre. 

Los últimos casos de ciudades inundadas argentinas desnudan la incapacidad de los gobiernos locales y nacionales para prevenir este tipo de situaciones: 

Allá por 2003 en Santa Fe, las inundaciones que sufrió dicha ciudad por el desborde del Río Salado, posiblemente con prevención  y obras hubiesen ocurrido de todos modos, pero nunca con la magnitud con la que finalmente se dieron si las obras que debían ser ejecutadas en el centro-oeste de la provincia de Santa Fe hubiesen sido efectuadas. Los antecedentes y los estudios ambientales realizados con el fin de medir las posibles consecuencias de un desborde o aumento desmedido de las precipitaciones, eran realizados periódicamente. Luego fueron cancelados por los gobiernos peronistas anteriores al desastre. Las obras recomendadas por dichos estudios, nunca fueron realizadas
El sistema de emergencia fue patético: si no hubiese sido por la ayuda de particulares (quienes sufrieron robos y poca seguridad), el desastre hubiese sido mucho peor. Para colmo, muchos hospitales y centros de atención se construyeron en terrenos inundables (y no adecuados para su establecimiento), quedando totalmente inutilizables durante la tragedia. 


Lo ocurrido en Capital el domingo es más de lo mismo. Ante precipitaciones soportables por los desagües de otras ciudades, algunos barrios como Belgrano, quedan totalmente bajo el agua. Esto solo tiene una explicación: la falta de obras. 
Ante esta situación, el Gobierno nacional intenta aprovechar políticamente la desgracia para desacreditar* al Jefe de Gobierno, y al mismo tiempo Macri esparce responsabilidades al oficialismo.
La responsabilidad es mutua: mientras que Macri es impotente para realizar las obras necesarias para atenuar las inundaciones, el gobierno nacional niega los avales para financiar dichas obras con pretextos totalmente estúpidos ya que el financiamiento de estos proyectos, en cualquier parte del mundo, se realiza por medio de la toma de deuda a organismos multilaterales de crédito (como el BID o el BM) a tasas menores. 
En el medio de esta disputa política están los contribuyentes que deberán afrontar pérdidas económicas cada vez mayores. 

Lo ocurrido en La Plata, a esta altura es horrible: a medida que comienza a bajar el agua, se encuentran cadáveres en las calles y una ciudad devastada por un fenómeno climático inusual. A diferencia de lo  ocurrido en Santa Fe, en donde los damnificados fueron en su mayoría habitantes de los barrios humildes menos protegidos por quienes reciben sus votos y ubicados en las zonas más bajas de la ciudad, en este caso el desastre es total. 
Es imposible preveer este tipo de situaciones con obras o estudios varios. Los 340 mm registrados por los pluviómetros de la Universidad Nacional de La Plata, harían estragos en cualquier ciudad, por mejor preparada que esté ante una tragedia semejante. Sin embargo, hay antecedentes de reclamos de obras por parte de los vecinos platenses. Al igual que en Santa Fe, nunca fueron realizadas. 

Lo que si se puede preveer es un sistema de emergencia que actúe rápidamente en estas situaciones de gravedad extrema. 

Hasta el momento, es patente la ausencia del Estado (municipal, provincial y nacional). No hay casi asistencia, y miles de ciudadanos permanecen en los techos de sus viviendas esperando que el agua pase. Las quejas se multiplican por miles. 

Pocas ambulancias, casi ningún helicóptero de rescate, poco personal capacitado para actuar en casos de emergencia, pocas lanchas circulando por las calles anegadas para socorrer gente en problemas, hospitales abarrotados, inundados y con falta de insumos médicos, son algunas de las constantes cada vez que sucede un desastre climático en cualquier ciudad.

TODO PRECARIO

La precariedad se puede observar en todos los ámbitos del sector público: desde el servicio de transporte al de electricidad. En todos prevalece un común denominador: en cualquier momento explota.
  • Transporte: los subsidios y las tarifas atrasadas han convertido al servicio en un desastre. No sabemos como todavía funcionan "normalmente".  El primer aviso lo tuvimos con la tragedia de Once. 
  • Electricidad: por los mismos motivos, los cortes de luz son cada vez más frecuentes. Los cortes de electricidad residenciales no deberían preocupar demasiado, pero se vuelven un problema grave cuando paralizan la producción. Con capacidad plena e importaciones cada vez mayores, la energía se esta volviendo demasiado cara para las arcas nacionales.
  • Salud: faltan insumos, graves problemas edilicios, etc, que ocasionan el colapso en este servicio. 
  • Educación: las cuestiones salariales y sus consecuencias, paralizan la educación pública todos los años. El nivel baja año a año. Esto afecta directamente la calificación de futuros trabajadores. 
  • Seguridad: los hechos de inseguridad van en aumento. Se ha vuelto incontenible para las fuerzas de seguridad, que cuentan con pocas herramientas para combatir el crimen.
En fin, la "década ganada" de la Presidente contrasta con una casi nula inversión en infraestructura, salud y seguridad, y sus consecuencias: cientos de víctimas producto de los infortunios de la naturaleza combinados con la negligencia y la inacción oficial**. 

Luego de la debacle la gente vuelve lentamente a la normalidad, dando la sensación de que todo funciona relativamente bien. Pero estamos hablando de un equilibrio inestable que en cualquier momento romperse muy fácilmente ante alguna eventualidad. 
Si sucede algo grave nuevamente, veremos que hacemos...

* Mientras le echa culpas a los opositores, los vecinos de tecnópolis se inundaron por completo a raíz del establecimiento de dicho megaemprendimiento oficial.

** PUNTUALES: tragedia de Once (51 muertes); Inundaciones en Capital y La Plata (58 Muertes hasta el momento); OTROS: Inseguridad (por miles); Accidentes de Transito (por miles)

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